Yousuf Karsh
"El corazón y la mente son la verdadera lente de la cámara"
Sus leyes obedecen a potenciales mágicos a los que consigue impartir un intenso dominio visual iniciado en su aprendizaje en la New England School of Photography de Boston, concretado en una excepcional trayectoria fotográfica, transmitido en su labor docente en la Facultad de Bellas Artes Alonso Cano de la Universidad de Granada y proyectado en sus destacadas actividades de difusión cultural que desde 2011 se han visto ampliadas y reforzadas con la inauguración en Torreblascopedro, su lugar de nacimiento jiennense, del Centro de Arte Contemporáneo Francisco Fernández, una referencia obligada para la presentación, reflexión y divulgación de la obra artística.
Su dilatada creación engloba una gran diversidad de dominios, pero es en el retrato donde se siente plenamente identificado. Platón consideraba que las pupilas eran nítidos y precisos espejos; las de Francisco Fernández poseen una indiscutible profundidad, atesoran una habilidad fascinante para entregarnos una aportación inmune al tiempo. Analiza, selecciona, dispara y revela la vitalidad de la propia vida. Reordena lo sistematizado, le otorga cadencia, aflora el placer de contemplar como estado de gran receptividad objetiva; todo lo que vulnere la realidad está ausente, aunque nos ofrece una visión de la misma desconocida. Representa la tangible presencia de una relación humana respetuosa, afectuosa y duradera con figuras relevantes del universo cultural, portadoras de valores absolutos en los que el espectador se puede reconocer. Ver se convierte en mirar, oír se transforma en escuchar, permitiéndonos relacionar los campos del conocimiento y acceder al disfrute de la comprensión, potenciando el deseo de saber, implicándonos en una actividad intelectual y emocional, provocando una respuesta, una reacción… la obra de Arte está incompleta sin este escenario de recepción iluminado por el discurso secreto de los retratos de Francisco Fernández. Imposible trasladar justa e íntegramente las innumerables personalidades que ha fijado en su fotografía y en su corazón, como imposible es no recordar sin admiración y agradecimiento sus diálogos con la mirada.
Sus retratos están concebidos como un instante de consagración suprema, ricos en sintaxis visual, consecuencia del enfoque de la vida y de la fusión con el Arte. Los rostros están desposeídos de cualquier referencia, muestran a la persona y no al personaje. El detalle significante es el modelo, quien define la imagen; sin el atrezo de su ocupación, afloran los estratos, los secretos del silencio. No es la cámara la que captura e inmortaliza el espacio y el tiempo, en un acto místico Francisco Fernández nos regala placeres sensoriales e intelectuales; una inquietante aproximación a los enigmas de quien se expone ante el objetivo, un acercamiento callado, profundo y cómplice donde el lenguaje corporal va a delatar las energías que emanan, precisando orden y armonía, mesura y proporción.
La ética de la mirada compite con el poder de las manos; evidencian o esconden, ayudan o traicionan; con exactitud determina su posición y su aspecto, una pequeña variante y crearán una nueva apropiación. Resalta las virtudes, esas que se transmiten a través del alma, fija no una apariencia, sino los misterios que definen la esencia del retratado. No busca discursos oscuros, le atrae lo más cercano, lo familiar, la pureza, la perfecta consonancia entre la realidad y la irrealidad.
Un espacio simbólico arropa al modelo, aumentando su potencial expresivo. Mediante estrategias compositivas y enunciativas, capta a la perfección lo que él denomina el paisaje interior, utilizando una iluminación natural, la luz en su inmensa flexibilidad, la audacia de la luz a veces sumergida en un orbe de sombra. Porque Francisco Fernández evoca en blanco y negro. En la secuencia ininterrumpida de escala de grises halla la sutil gradación, convirtiendo el retrato fotográfico en una expresión poderosa adentrada en el reino de lo atemporal. Conocer a tantas personas que ocupan un lugar relevante en diferentes ámbitos le otorga seguridad como fotógrafo, pero sobre todo le reconforta mostrar a quienes admira y quiere. Adora retratar a la gente de su entorno, a los que son realmente importantes en su día a día. Fotografiar a alguien es conocerlo para toda la vida, significarlo en el sentimiento responde a una de las verdades definitorias de Francisco Fernández, su fidelidad y gratitud a las amistades sinceras.
El corazón y la mente son el verdadero objetivo de su cámara, el instrumento con el que interpreta las notas musicales de la partitura, la alianza que convierte su fotografía en una obra trascendental. Un universo propio donde lo sublime no posee límites, donde la belleza clama, para escuchar la voz de lo infinito, el poema oculto, la luz de la palabra.
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Javier Leal
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Inicio / Diálogos con la mirada
© Javier Leal
Francisco Fernández se configura como una personalidad decisiva en la Historia de la fotografía contemporánea. Con una obra que trasciende estilos y escuelas, muestra un increíble mundo creativo que ha sido honrado y galardonado en instituciones españolas y extranjeras, divulgado en los catálogos de sus exposiciones y preciado en las publicaciones realizadas por poetas, pintores, escultores, historiadores del Arte... Instantes visibles e invisibles que penetran en la cámara oscura de su mirada y de su memoria revelando una absoluta perfección técnica y un acorde equilibrio comunicativo.